Comparte tu vida con un compañero de carácter noble y amable

El criadero san bernardo en Lugo es un lugar que me dejó enamorado desde la primera vez que lo visité, porque allí descubrí una raza de perros conocida por su majestuosidad y ternura a partes iguales. Apenas entré, me topé con unas criaturas gigantes de patas enormes y ojos dulces, que te miran como si fueran capaces de leer tu estado de ánimo. La gente a veces cree que un perro de este tamaño no es apto para interiores o para familias con niños, cuando precisamente su carácter tranquilo y cariñoso puede llegar a ser el mejor aliado para un hogar con pequeños.  

Es muy curioso ver cómo estos animales, pese a su tamaño impresionante, se comportan con una delicadeza envidiable, como si supieran que cada paso podría suponer un terremoto en el suelo. En el criadero, los cachorros corretean tras las piernas de los cuidadores con una torpeza adorable. Y si bien es cierto que pueden babear más de la cuenta, al final uno se acostumbra a esos lametones inesperados y a las marcas de baba en los pantalones. La nobleza de esta raza radica en su paciencia y en esa actitud casi paternal que muestran hacia quienes los rodean.  

La búsqueda de un compañero de cuatro patas implica plantearse varias preguntas: ¿tengo espacio suficiente para que corra y se mueva a gusto?, ¿cuánto tiempo podré dedicarle a sus paseos?, ¿estoy preparado para un perro que, de pie, es casi tan alto como yo? Son dudas razonables, especialmente si la idea es convivir con un San Bernardo. Sin embargo, conversar con los encargados de un criadero san bernardo en Lugo puede esclarecer muchas de estas inquietudes, ya que ellos conocen a fondo las necesidades de ejercicio, alimentación y cuidados médicos que requieren estos peludos.  

El mito de que un perro grande exige una vivienda enorme no siempre se cumple. Aunque resulta aconsejable contar con un espacio exterior donde pueda estirarse y darse unas vueltas, lo cierto es que con paseos regulares y una buena rutina de actividad física es factible adaptarlo a distintos entornos. Su carácter sosegado lo hace apto para convivir incluso en pisos, siempre que disponga de un lugar cómodo para tumbarse y recostarse después de sus momentos de energía desatada.  

Varios amigos me han preguntado si no da miedo tener un perro tan grande cerca de niños pequeños. La realidad es que estos gigantes son de temperamento dulce, y tienen una tendencia casi instintiva a proteger a los más vulnerables. Con la socialización adecuada y una crianza amorosa, el San Bernardo se convierte en el mejor niñero que uno pueda imaginar. Eso sí, hay que vigilar sus movimientos para evitar que, en pleno arranque de efusividad, pueda tirar a alguien sin querer. Con un buen adiestramiento, aprenden rápido cuáles son los límites y cómo comportarse con los más chiquitos.  

Otro aspecto que me cautivó de esta raza es su historia, ligada a la labor de rescate en alta montaña. Sus orígenes están relacionados con la ayuda a viajeros y montañeros en climas extremos, lo que demuestra su fortaleza y su instinto de protección. Hoy día, la mayoría de ellos vive apaciblemente como mascota, pero conservan ese porte de héroes que los hace inconfundibles. Ver a un San Bernardo husmeando tu jardín con esa cara bonachona te saca una sonrisa aunque hayas tenido un mal día.  

Al hablar con el personal del criadero, me di cuenta de que se esforzaban por seleccionar reproductores con excelente genética y buen temperamento, asegurándose de que cada cachorro heredara las mejores cualidades de la raza. También resaltaban la importancia de la vacunación y de mantener una dieta equilibrada, ya que estos perros crecen rápido y necesitan una nutrición adecuada para sostener su corpulencia sin problemas de salud. Sobre la peluquería canina, es cierto que el pelo largo requiere sus cuidados, pero nada que un cepillado constante y un buen champú no puedan resolver.  

Mucha gente se ilusiona con la idea de tener un San Bernardo tras ver imágenes de películas famosas, pero no todos se detienen a reflexionar sobre lo que implica su tenencia responsable. Más allá de los cuidados básicos, se trata de brindarles cariño y atención, de interactuar con ellos y dejar que esa personalidad llena de calma y afecto florezca a tu lado. Quien busque un amigo fiel y apacible, dispuesto a compartir sofá y largas siestas, podría encontrar en esta raza el compañero perfecto.  

El olor de los cachorros y su simpática manera de subirse a tu regazo, pese a que superan los diez kilos con pocas semanas de vida, conquistaron mi corazón. Es cierto que no son animales para todo el mundo, porque se necesita cierto compromiso y disposición para atender sus particularidades, pero su lealtad y dulzura compensan con creces esas exigencias.  

Cualquier visita a un lugar donde se crían estos peludos gigantes se convierte en una experiencia única. Observar cómo interactúan entre ellos y con las personas es un recordatorio de la grandeza de la naturaleza y de cómo un perro de tamañas dimensiones puede comportarse con la delicadeza de un osito de peluche cuando recibe la educación apropiada.

El criadero san bernardo en Lugo es un lugar que me dejó enamorado desde la primera vez que lo visité,…