La tranquilidad de mi amigo me ha hecho pensar

• 18 de octubre de 2025

Estaba el otro día tomando un café por la zona de la Alameda con mi amigo David y me contó algo que me ha dejado pensativo desde entonces. Hablábamos de nuestros padres, de cómo se van haciendo mayores casi sin darnos cuenta, y me dijo: «Le he comprado a mi madre el reloj avisa caidas«. Al principio, no entendí muy bien a qué se refería, pero la serenidad con la que me lo explicó me impactó.

Su madre, Carmen, es como muchas de las nuestras: vive sola, es orgullosa y no quiere ni oír hablar de que alguien «la vigile». Sin embargo, el invierno pasado tuvo un resbalón tonto en la cocina. No fue nada grave, por suerte, pero tardó un buen rato en poder levantarse y avisar. David me confesaba que ese susto le había generado una ansiedad constante. Cada vez que su madre no le cogía el teléfono al primer tono, su mente se ponía en lo peor.

Por eso se decidió por uno de estos relojes con detector de caídas. Me explicó cómo funciona y me pareció una solución brillante y, sobre todo, respetuosa. Es un reloj normal, que da la hora y es discreto, pero si detecta una caída fuerte, un golpe seco, llama automáticamente a los servicios de emergencia y a él. Además, tiene un botón SOS que ella puede pulsar si se siente mal o necesita ayuda. «No es para controlarla», me insistía David, «es para que ella sea más libre y yo pueda estar más tranquilo».

Mientras le escuchaba, no podía dejar de pensar en mis propios padres. Viven en su casa de toda la vida y, aunque todavía se valen perfectamente, los años no pasan en balde. Esa falsa sensación de que son invencibles se va desvaneciendo poco a poco. La conversación con mi amigo ha sido como un interruptor que se enciende.

Ver la tranquilidad en su cara, saber que su madre tiene esa red de seguridad silenciosa en la muñeca, me ha hecho darme cuenta de que estas tecnologías no son un lujo, sino una herramienta increíble. No se trata de limitar su independencia, sino de protegerla. Es una forma de cuidarlos a distancia, de devolverles un poco de toda la seguridad que ellos nos dieron a nosotros. La verdad, la tranquilidad de mi amigo me ha dado mucho en lo que pensar.

Estaba el otro día tomando un café por la zona de la Alameda con mi amigo David y me contó…